martes, 28 de mayo de 2019

Zygmunt Bauman









Zygmunt Bauman nació en Poznań, una de las ciudades más antiguas y extensas de Polonia, el 19 de noviembre de 1925, en el seno de una familia judía no practicante. Cuando en 1939 Polonia fue invadida por la Alemania nazi, su familia cogió el último tren hacia el Este, a la U.R.S.S.

A sus 19 años, Zygmunt Bauman se hizo miembro del Partido Comunista (Partido Obrero Unificado Polaco) y alistó en la 4ª División del Primer Ejército Polaco, controlado por los soviéticos, como instructor en educación política, redactando panfletos para los soldados. Participó en las batallas de KoIberg (actualmente  Kołobrzeg) y de Berlín. 

En mayo de 1945 recibió la Cruz Militar del Valor y poco después fue incorporado, como uno de los más jóvenes comandantes, al KBW, Cuerpo de Seguridad Interna, unidad militar formada para combatir los restos de la Armia Krajowa (brazo armado del movimiento de resistencia polaco) y la insurgencia nacionalista de Ucrania. En 1948 trabajó para la Inteligencia Militar participando en el contraespionaje. Durante su servicio en el KBW estudió Sociología en la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Varsovia, donde un día de marzo conoció a Janina Lewinson, estudiante de periodismo, con la que se casaría poco después.

En 1953 Zygmunt Bauman fue degradado de su empleo de comandante al conocerse que su padre se había acercado a la embajada israelí en Varsovia para emigrar a Israel. Zygmunt Bauman en absoluto compartía las tendencias sionistas de su padre y su expulsión del Ejército lo alejó temporalmente de su progenitor. Aprovechó el tiempo de su desempleo para licenciarse en Filosofía y Sociología en la Universidad de Varsovia y trabajar como profesor auxiliar en 1954. 

En 1959 publicó un estudio sobre el laborismo británico y su relación con la estratificación social, que sería publicada en inglés en una edición revisada en 1972. 

En 1964 apareció en polaco Socjologia na co dzień (“Sociología cotidiana”), que sería la base para su obra, Thinking Sociologically, publicada en inglés en 1990 como libro de texto. Bauman fue haciéndose crítico paulatinamente con el gobierno comunista polaco. Por este motivo, a pesar de que había superado las pruebas requeridas, nunca fue nombrado profesor en la universidad.

Ante al incremento de la presión ejercida por Mieczysław Moczar, jefe de la Służba Bezpieczeństwa (órgano principal responsable de la represión política en Polonia), que se materializó en purgas, Zygmunt Bauman se dio de baja del Partido Obrero Unificado Polaco en enero de 1968. 

En marzo de ese año, al mismo tiempo que la Primavera de Praga, estudiantes e intelectuales se echaron a la calle en Varsovia para protestar contra los comunistas del gobierno de la República Popular de Polonia. Como reacción, empezó la purga que expulsó fuera del país a muchos comunistas polacos de ascendencia judía, incluyendo aquellos intelectuales que habían caído en desgracia ante el gobierno comunista. Bauman, que había perdido su puesto en la Universidad de Varsovia, fue uno de ellos. Tuvo que renunciar a su ciudadanía polaca para que le permitiesen salir del país.

Se exilió en Israel, donde residía una hija, y enseñó en la Universidad de Tel Aviv por un tiempo, pero, como no se alineaba con el sionismo, se trasladó al Reino Unido en 1971 y aceptó una cátedra de Sociología en la Universidad de Leeds. 

Desde ese momento, publicó sus obras casi exclusivamente en inglés, su tercera lengua, y su reputación creció de forma exponencial. Hasta principios de los años ’80 sus obras giraban en torno al conflicto social y de clases. A finales de los ’80 y principios de los ’90, escribió sobre la relación entre modernidad, burocracia, racionalidad y exclusión social. Bauman, siguiendo a Freud, consideraba la modernidad europea como una compensación: la sociedad europea, decía, ha aceptado abstenerse de un nivel de libertad a cambio de los beneficios de una creciente seguridad individual. La modernidad, argumentaba, implicaba controlar la naturaleza, la burocracia jerarquizada y las regulaciones, en búsqueda de la supresión gradual de las inseguridades personales, haciendo que los aspectos caóticos de la vida humana aparezcan familiares y bien ordenados. 

Zygmunt Bauman acuñó el término de modernidad líquida a los tiempos actuales, basándose en los conceptos de fluidez, cambio, flexibilidad, adaptación, entre otros. Bauman afirma que lo “líquido” es una metáfora regente de la época moderna, ya que esta sufren continuos e irrecuperables cambios. Asimismo, lo líquido no se fija en el espacio ni se ata al tiempo, se desplaza con facilidad, no es posible detenerlo fácilmente; y todas estas son a la vez características fundamentales de las actuales rutinas diarias.

En su libro Modernity and Ambivalence (“Modernidad y Ambivalencia”) Bauman comenzó a teorizar sobre personas indeterminadas en términos de una figura alegórica que llamó ‘el extranjero’. En su análisis afirma que los judíos en Europa se convirtieron en ‘el extranjero’ por excelencia. 

En su libro más famoso, Modernity and the Holocaust (“Modernidad y el Holocausto”) trata de dar cuenta de los peligros de aquellos miedos. Partiendo de los libros de Hannah Arendt y Theodor Adorno sobre el totalitarismo y la Ilustración, Bauman desarrolla el argumento de que el holocausto no debería considerarse simplemente como un episodio en la historia judía ni como un retroceso a la barbarie premoderna, sino que tendría que ser entendido como íntimamente conectado con la modernidad y sus esfuerzos de ordenación. La racionalidad en los procedimientos, la división del trabajo en tareas cada vez menores, la categorización taxonómica de las distintas especies y la tendencia a entender las reglas como moralmente buenas, jugaron su papel para que el holocausto ocurriese. Describe la ‘solución final’ como un intento de la sociedad para extirpar los elementos incómodos e indeterminados que existen dentro de ella.

A finales de la década de 1990, Bauman ejerció una influencia considerable en el movimiento antiglobalización o altermundialismo. Apoyaba la Campaña para el Establecimiento de una Asamblea Parlamentaria de las Naciones Unidas, que aboga por la reforma democrática de las NN.UU. y por la creación de un sistema político internacional más responsable.

En el año 2011, en una entrevista con el importante semanario polaco Polytika criticó al sionismo y a Israel, y en concreto sobre las operaciones israelíes en Palestina y el terrorismo palestino, afirmó que Israel no estaba interesado en la paz y que estaba aprovechándose del holocausto para legitimar sus actos desmedidos. Comparó la barrera israelí de Cisjordania con las paredes del ghetto de Varsovia.

[...] la opresión y la humillación de la nación [Palestina] fue, es y será siempre una receta para el terrorismo, no para su erradicación. Además, estos dos fenómenos están conectados entre sí: los políticos [israelíes] tiemblan ante la paz, porque sin una guerra y una movilización total no pueden gobernar, no sonríen en absoluto ante un final del terrorismo palestino. [...] Yo diría que hay retroalimentación entre extremistas israelíes y palestinos. Se necesitan mutuamente para sobrevivir, no pueden vivir unos sin los otros. 

La obra literaria de Bauman se extiende a 57 libros y a más de un centenar de artículos. Sus temas más frecuentes son la globalización, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo y la moralidad.

Bauman se consideraba socialista y nunca renunció al marxismo del todo. Sus mayores influencias las ejercían sobre él el neomarxista teórico Antonio Gramsci y el sociólogo y filósofo neokantiano Georg Simmel.

Bauman ha sido galardonado con los siguientes premios:

  • Premio Europeo Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales (Italia 1989)
  • Premio Theodor W. Adorno (Alemania 1998)
  • Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (España 2010)    

Zygmunt Bauman falleció en Leeds el 9 de enero de 2017 a los 91 años.



MAG/28.05.2019

lunes, 20 de mayo de 2019

Samuel Phillips Huntington




Samuel Phillips Huntington nació el 18 de abril de 1927 en la ciudad de Nueva York, hijo de Richard Thomas Huntington, periodista y editor, y de Dorothy Sanborn Phillips, escritora de novelas cortas. Samuel estudió en Stuyvesant High School, se graduó con honores en Yale College a los 18 años. Sirvió durante un corto período de tiempo en el Ejército de Tierra de los EE.UU., obtuvo un Máster en la Universidad de Chicago en 1948 y tres años más tarde se doctoró en la Universidad de Harvard, donde comenzó a impartir clases a sus 23 años. 

Su primer libro titulado The Soldier and the State: The Theory and Politics of Civil-Military Relations (”El soldado y el Estado: la teoría y la Política de las Relaciones Civiles-Militares”), lo publicó no sin gran controversia en 1957, al poner de relieve la interferencia de los asuntos militares en el ámbito político. El libro está, por una parte, inspirado en la destitución del general Douglas MacArthur por el presidente Harry Truman y, por otra, en los cuerpos de oficiales alabados por su comportamiento profesional, estable y  políticamente neutral. 

En 1959 la Universidad de Harvard no renovó el contrato a Samuel P. Huntington ni a su amigo Zbigniew Brzezinski. Ambos se incorporaron a la Universidad de Columbia en Nueva York, donde Huntington fue profesor asociado y subdirector del Instituto de Estudios de Guerra y Paz. En 1963 la Universidad de Harvard le invitó a que regresara con renovación del contrato. 

En 1964 escribió conjuntamente con Zbigniew Brzezinski, Political Power: USA-USSR (”Poder Político: EE.UU.-URSS”), un estudio en profundidad de la dinámica de la Guerra Fría y cómo el mundo podía funcionar con dos sistemas políticos inflexiblemente contrapuestos.

En 1965 Samuel Huntington conoció a Nancy Arkelyan, cuando ambos preparaban un discurso para Adlai Stevenson durante la campaña presidencial. Se casaron poco después. Tienen dos hijos del matrimonio, Nicholas y Timothy. En ese mismo año Huntington fue elegido fellow de la Academia de Artes y Ciencias de los EE.UU.

Desempeñó la cátedra de Asuntos Internacionales en la Universidad de Harvard durante dos períodos, de 1967 a 1969 y de 1970 a 1971. 

Durante la campaña de 1968, Huntington asesoró en política exterior a Hubert Humphrey, candidato demócrata a la Presidencia de los EE.UU. Tras la amarga derrota, fundo con Warren Manshel, rival político pero estrecho amigo, la publicación trimestral Foreign Policy, cuya dirección compartiría hasta 1977.

En 1969, cuando la guerra de Vietnam se hacía más violenta, Huntington publicó Political Order in Changing Societies (”Orden Político en las Sociedades de cambio”), un análisis de referencia del desarrollo político y económico del Tercer Mundo, considerado uno de los libros con más impacto entre los alumnos de Política comparativa. En él el autor denunciaba la falta de autoridad y orden político en el mundo, y se lamentaba de que no se considerase debidamente la forma de los regímenes políticos. Argumentaba que si el proceso de modernización social, que viene inevitablemente acompañado de desórdenes, no se integra en un proceso de transformación de las instituciones sociales y políticas, el resultado derivará probablemente en violencia.

En la década de los años ’70, asesoró a los gobiernos tanto de países democráticos como dictatoriales. En 1972 se reunió en Brasil con representantes del gobierno presidido por Emílio Garrastazu Médici, tercer presidente de la dictadura militar instaurada durante el golpe de 1964. En 1973 Huntington publicó el informe Approaches to Political Decompression, advirtiendo del riesgo de una democratización demasiado rápida de los nuevos gobiernos y abogando por una lenta transición a la democracia. Esta fue la senda seguida por Brasil que alcanzó la democracia en 1985 y de la que en cierta medida Huntington se vanagloriaba haber podido ayudar a su consecución, como declaró al tomar posesión de la presidencia de la Asociación de Ciencias Políticas en 1986.

En 1977 su amigo Zbigniew Brzezinski, que había sido nombrado Consejero Nacional de Seguridad por el presidente Jimmy Carter, le invitó a que desempeñara el puesto de Coordinador de Planificación de Seguridad en la Casa Blanca. Huntington permaneció en el cargo hasta finales de 1978.

Fue el director del Centro de Asuntos Internacionales de Harvard de 1978 a 1989. En 1980 fue nombrado miembro de la Comisión Presidencial de Estrategia Integrada a Largo Plazo.

En la década de los ’80 Huntington asesoró al gobierno sudafricano de P. H. Botha, quien se apropió de sus ideas para diseñar una estrategia total de reforma del apartheid y supresión de la residencia creciente. 

En 1986 Huntington fue nominado para formar parte como miembro de la Academia Nacional de Ciencias. Sin conocerlo, la totalidad de miembros admitió su nominación. Sin embargo, Serge Lang, profesor de Matemáticas en la Universidad de Yale, hizo campaña en contra del nombramiento de Huntington. Se repitió la votación por dos veces y Huntington fue rechazado. Lang apoyaba su posición en unos escritos del matemático Neal Koblitz que acusaba a Huntington de distorsionar las matemáticas para crear una pseudo-ciencia. Y Lang manifestaba que Huntington manipulaba los registros históricos para, mediante las pseudo-matemáticas, hacer convincentes sus conclusiones. A modo de ejemplo, Lang señalaba que no se podía concluir que en 1960 Sudáfrica fuese una sociedad satisfecha, como Huntington indicaba en su libro Political Order in Changing Societies, a menos que se utilizase un método erróneo. A favor de Huntington se posicionó, entre otros, Herbert A. Simon, Premio Turing en 1975 y Premio Nobel de Economía en 1978.

De 1986 a 1987 Huntington desempeñó la presidencia de la Asociación de Ciencias Políticas de EE.UU. Fundó el Instituto John M. Olin de Estudios Estratégicos y fue su director de 1989 a 1999. 

En 1991 Huntington publicó The Third Wave: Democratization in the Late Twentieth Century (”La Tercera Ola: la democratización a finales del siglo XX”), otro trabajo de gran impacto que fue premiado con el Grawemeyer Award for Ideas Improving World Order. Explicaba que, con la revolución iniciada en Portugal en 1974, arrancaba una tercera ola de democratización que afectó a más de 60 países en Europa, Latinoamérica, Asia y África, que abordaron una transición democrática. Quien sería su sucesor en Harvard, el director de Asuntos Internacionales, Jorge Domínguez, nacido en La Habana, interpretaba la metáfora del título como una cascada de episodios, acaecidos entre mediados de los años ’70 hasta principios de los ’90, de nacimiento de democracias y destitución de dictadores, que culminó con la caída del Muro de Berlín.

En el año 2000 publicó Culture Matters: How Values Shape Human Progress (“¿Cómo los valores dan forma el progreso humano”).

Huntington presidió la Academia Harvard para Estudios Internacionales y de Área de 1996 a 2004. Posteriormente accedió a la cátedra de Albert J. Weatherhead III, permaneciendo en Harvard más de medio siglo, hasta su jubilación.

En 1993, Huntington provocó un gran debate entre los expertos en relaciones internacionales con su artículo bajo el título The Clash of Civilizations? (“¿El choque de civilizaciones?”), publicado en la revista Foreign Affairs. Defendía que, tras la caída de la Unión Soviética, el Islam sería el mayor obstáculo para la dominación occidental del mundo y que la próxima gran guerra sería con él. De alguna manera intuyó los ataques del 11 de septiembre de 2001. Su afirmación estaba en contraposición a la de su alumno Francias Fukuyama en “El Fin de la Historia”. 

Tres años más tarde, en 1996, Huntington volcó su artículo, ampliándolo en un libro titulado The Clash of Civilization and the Remaking of World Order (”El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”), que sería traducido a 39 idiomas. Se mantiene en ambos la tesis principal de que un conflicto violento después de la Guerra Fría no se produciría por una fricción ideológica entre Estados sino de las diferencias culturales y religiosas entre las mayores civilizaciones del mundo, de las que identificaba estas siete: Occidente (Europa y los EE.UU. o Católicos y Protestantes), Latinoamérica, Mundo Islámico, África, Países ortodoxos (con Rusia como Estado central), Indostán, Japón y Mundo chino (China, Corea y Vietnam). Huntington advertía que este cambio en la organización geopolítica tras la Guerra Fría exige que Occidente se refuerce culturalmente, abandonando la imposición de su ideal de universalista democrático y su intervencionismo militar. Y remataba su aseveración con la siguiente frase: “En el mundo que nace del conflicto étnico y de la confrontación de civilizaciones, la creencia de Occidente en la universalidad de la cultura occidental sufre tres problemas: es falsa, es inmoral y es peligrosa”.


Huntington remarcaba que la expansión de la cultura popular de los EE.UU. no significaba la difusión de sus actitudes y presagiaba el futuro con esta frase: “En algún lugar de Oriente Medio, una media docena de jóvenes con pantalones vaqueros, bebiendo Coca-Cola, escuchando música rap, entre inclinaciones hacia la Meca, ensamblan una bomba para volar en pedazos un avión de los EE.UU.”

Sobre el conflicto en Ucrania, Huntington afirmaba que el país se separaría en una parte católica: la occidental y otra ortodoxa: la oriental, tras un conflicto más violento que el de Checoslovaquia y menos sangriento que el de Yugoslavia.

Se adjudica a Huntington haber acuñado el término “Davosman”, para definir a las élites  mundiales que carecen de lealtades nacionales y ven las fronteras como obstáculos que afortunadamente van desapareciendo, convirtiendo a los gobiernos nacionales en residuos del pasado, cuya función se limita a facilitar las operaciones globales de la élite.

Cuando su salud se hizo quebradiza, se dedicó a explorar la identidad religiosa y nacional de los Estados Unidos. Y en 2004 Huntington publicó su último libro, Who Are We: The Challenges to America’s National Identity (“¿Quienes somos?: Los desafíos a la identidad nacional Estadounidense”), como reflexión académica sobre sentido cultural de los estadounidenses, como nación que floreció y seguirá floreciendo como anglo-protestante. Argumentaba que los valores latinos como "la falta de ambición" y la "aceptación de la pobreza como virtud necesaria para entrar al Cielo” son incompatibles con los ideales anglo-protestantes. 

En 2007, tras 58 de docencia en Harvard, Samuel Huntington se jubiló. En su carta de despedida dirigida al Rector de Harvard decía: “Me es difícil imaginar una carrera más satisfactoria y agradable que la de profesor en Harvard. He disfrutado todos y cada uno de los cursos desde 1949”. 

Samuel Huntington fue el autor o co-autor de 17 libros y más de 90 publicaciones académicas sobre el Gobierno de los EE.UU., la democratización, las políticas militares, la estrategia, las relaciones entre civiles y militares, las políticas comparativas y el desarrollo político.

Samuel Philips Huntington falleció a la edad de 81 años, el 24 de diciembre de 2008 en Martha’s Vineyard (Massachusetts).

MAG/20.05.2019

jueves, 2 de mayo de 2019

Francis Fukuyama





Francis Fukuyama nació el 27 de octubre de 1952 en el barrio de Hyde Park de Chicago. Su abuelo paterno llegó a los EE.UU. en 1905, huyendo de la guerra entre Rusia y Japón. Abrió una tienda en la Costa Oeste y poco después fue internado en un campo de concentración durante la II Guerra Mundial. El padre de Francis Fukuyama, Yoshio, fue ministro de la Iglesia Congregacional, doctor en Sociología por la Universidad de Chicago y profesor en Estudios Religiosos. La madre de Francis Yukuyama, Toshiko Kawata, nació en Kioto, hija del fundador de la Facultad de Económicas en la Universidad de Kioto y más tarde primer Rector de la Universidad de la ciudad de Osaka. 

La familia Fukuyama se trasladó a la ciudad de Nueva York y fue en el barrio de Manhattan donde transcurrió la infancia de Francis como hijo único, sin contacto alguno con la cultura japonesa y sin aprender japonés. En 1967 se mudaron al barrio de State College en Pennsylvania.

Francis Fukuyama se licenció en Estudios Clásicos por la Universidad de Cornell, donde estudió Filosofía Política con el profesor Allan Bloom. Residía en la Telluride House, perteneciente a la Sociedad docente del mismo nombre, que alojó a destacados intelectuales como Steven Weinberg, Paul Wolfowitz y Kathleen Sullivan.

Fukuyama inicialmente había pretendido graduarse en Literatura Comparada en la Universidad de Yale, trasladándose a París donde durante seis meses fue alumno de Roland Barthes y Jacques Derrida, pero desilusionado regresó a los EE.UU. para matricularse en Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard. Estudió con Samuel P. Huntington y Harvey Mansfield, doctorándose con una tesis sobre las amenazas de  intervención de la Unión Soviética en Oriente Medio.

En 1979 se incorporó al Think-Tank de política global en la Corporación RAND. Allí conoció a una estudiante de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Laura Holgrem, con quien se casaría. Fukuyama le dedicó un libro titulado Trust: The Social Virtues and the Creation of Prosperity.

En 1981 el Departamento de Estado de los EE.UU. lo nombró miembro de su equipo de Planificación Política, como experto en temas de Oriente Medio durante dos años, regresando a la Corporación RAND en 1983, donde permaneció hasta 1989, cuando de nuevo el Departamento de Estado lo llamó como Subdirector de Asuntos Político-Militares para Europa.

En 1989 escribió un artículo titulado The End of History (“El fin de la historia”), que luego dio origen al libro, publicado en 1992, como The End of History and the Last Man (”El fin de la historia y el último hombre”), donde el autor sostiene que la progresión de la Historia de la Humanidad, consistente en una lucha entre ideologías, ha llegado básicamente a su fin con el establecimiento de una democracia liberal, tras el final de la Guerra Fría y la Caída del Muro de Berlín en 1989. Rápidamente se publicaron ediciones del libro en 20 idiomas.

A finales de la década de 1990 Fukuyama fue una de las figuras centrales de los neocons, grupo de pensadores neoconservadores que tendría gran influencia en los mandatos del presidente George W. Bush (2001-2008) y de cuyos planteamientos se distanciaría posteriormente.

De 1996 a 2000 fue profesor de Políticas Públicas en la cátedra ‘Omer L. y Nancy Hirst’ de la Universidad pública George Mason en Halifax (Virginia) y de 2001 a 2010 profesor de Economía Política Internacional en la cátedra ‘Bernard L. Schwartz’ de la Universidad Johns Hopkins y director del Programa de Desarrollo Internacional del SAIS (Escuela de Estudios Internacionales Avanzados). Entre 2001 a 2004 Fukuyama fue miembro del Consejo Presidencial sobre Bioética. 

En 2005 fue uno de los fundadores, y actualmente presidente del comité editorial, de la revista bimestral The American Interest, especializada en política exterior, economía global y asuntos militares.

Francis Fukuyama es Miembro Senior del FSI (Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales) y Director Mosbacher del Centro sobre Democracia, Desarrollo e Imperio de la Ley, también del FSI, en la Universidad de Stanford, donde es Profesor de Ciencias Políticas. 

Ha sido nombrado Doctor Honoris Causa, entre otras, por la Universidades Kansai de Japón y de Århus (Dinamarca). Es miembro de la Junta de Gobierno de la Pardee RAND Graduate School en Santa Monica (California), que ofrece el más amplio programa de doctorados en Políticas Públicas en los EE.UU. 

Pertenece a la Volcker Alliance, que asesora al gobierno estadounidense en la mejora de eficacia en la gestión en favor de la ciudadanía. El 13 de agosto de 2019, el presidente Trump firmó un acuerdo con la Volcker Alliance. Fukuyama es miembro de la Asociación de Ciencias Políticas de EE.UU. y del Consejo de Asuntos Exteriores. Es también miembro del Fondo Carnegie para la Paz Internacional y del Centro para el Desarrollo Global.

Francis Fukuyama ha escrito ampliamente sobre asuntos relativos a la democratización y a la economía política internacional. Además de “El fin de la historia y el último hombre” que lo lanzó a la fama, escribió:

“América en la encrucijada” (America at the Crossroads: Democracy, Power, and the Neoconservative Legacy); "El fin del hombre: consecuencias de la revolución biotecnológica" (Our Posthuman Future: Consequences of the Biotechnology Revolution); “Trust: La confianza” (Trust: The Social Virtues and the Creation of Prosperity); Orden y decadencia de la política” (Political Order and Political Decay); “Los orígenes del orden político” (The Origins of Political Order: From Prehuman Times to the French Revolution); “Orden y decadencia de la política”: (Political Order and Political Decay: From the French Revolution to the Present). Y en 2018 “Identidad” (Identity: The demand for Dignity and the Politics of Resentment).

En su primer libro, Fukuyama se mostró optimista ante la expansión de la democracia, tras el final de la Guerra Fría. Hoy, sin embargo, surgen nuevos enemigos que amenazan su sueño del estado liberal en democracia. En su nuevo libro Identidad. La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento, el politólogo responde al auge de la autocracia y el extremismo, diseccionando las claves que hacen peligrar en muchos países la libertad democrática. Unos problemas que, a su juicio, estriban en el fundamental cambio que ha sufrido la política en la última década, en la que el concepto de ciudadanía ha sido sustituido por las demandas de carácter identitario que exacerban el odio antiinmigratorio y abren la puerta a políticas supremacistas y chovinistas.

Desde hace unos años el sentimiento identitario prima para los votantes sobre muchas otras cuestiones. Lo vemos en el alzamiento de los partidos que basan su política en preservar y potenciar la identidad nacional y en atacar la inmigración, como Orbán en Hungría o Trump en Estados Unidos. Sin embargo, advierte Fukuyama, esta búsqueda de la identidad, que en principio es positiva y beneficiosa para el ser humano, entraña ciertos peligros, cuando se crean grupos que intenten imponerse a la Sociedad como los nacionalismos étnicos o modelos de fundamento religioso como el Islamismo. 

Los partidos fueron centrando sus reclamaciones en estos pequeños grupos perdiendo el contacto con esa clase obrera tradicional. Esa es una de las razones por las que los antiguos votantes comunistas o socialistas se han pasado a la derecha populista, porque la izquierda ya no los representa, representa a otra gente. Para volver a su lugar la izquierda necesita poder hablar sobre la nación y la identidad nacional, no en la forma exclusiva y agresiva que adoptó a principios del siglo XX, sino en términos de ideales democráticos como el constitucionalismo, el estado de derecho y la igualdad democrática.

Es importante recordar que Estados Unidos tuvo un éxito relativo en la creación, al final de la era de los Derechos Civiles, de una identidad nacional que no se basaba en el origen étnico o la religión, sino en ideas de democracia. Francia también tiene una tradición republicana que surge de la Revolución Francesa que enfatiza la ciudadanía basada en la cultura francesa y no en la raza. Pero la clave es que en todos estos países, y cada vez más a nivel global, las sociedades se vuelven cada vez más diversas, y donde nunca podremos alcanzar la paz social y desarrollar un sentido de pertenencia a la comunidad basándonos en cosas como la identidad, la raza y la religión, sino con las ideas. Es lo que Fukuyama llama en el libro identidad de credo, creer en los principios democráticos, la constitución, el imperio de la ley, la igualdad, cierto orden político, todo ello básico para incluir a la gente. Todo esto puede conseguir la creación de un nuevo tipo de identidad basada en una comprensión liberal de la identidad nacional integrada en una comunidad democrática.

La identidad nacional debe complementar a todas esas identidades religiosas, sexuales, individuales... e interactuar positivamente en una democracia. Porque lo que está claro, concluye Fukuyama, es que la democracia liberal es el mejor sistema posible, en el que la elección democrática está limitada por un sistema constitucional que impide la concentración excesiva de poder en un ejecutivo. A largo plazo, este sistema apoya mejor el crecimiento económico, resiste la corrupción a gran escala y protege los derechos de las poblaciones minoritarias. 

Una información más amplia y proóxima a nuestra realidad se puede encontrar en estas dos recientes entrevistas publicada por los diarios ‘El País’ y el ‘ABC’:






MAG/02.05.2019